Redefinir la tutoría desde un enfoque de mentoring

Al tutor se le encomienda un asesoramiento centrado en aspectos académicos y personales, mientras que el mentor se focaliza en el desarrollo de competencias profesionales e investigadoras.

En el paradigma actual de Universidad, que idealmente se guía por la lógica del desvelamiento y desarrollo de la vocación, irrumpe con fuerza un cuestionamiento sobre el papel que le corresponde a la figura del tutor.

La inadecuación de un modelo de tutoría que situaba al tutor en un plano de superioridad respecto a su tutelado interpelaba a las instituciones universitarias a realizar una reflexión sobre el tema. Sensible a esta cuestión, hace tres años la Universitat Abat Oliba CEU recogió el guante y se interrogó a sí misma sobre la naturaleza y fines de la tutoría y los medios necesarios para hacerla real.

La respuesta a la primera pregunta llegó en forma de definición. El punto de arranque de la renovación de la acción tutorial tomaría por norte y guía la siguiente descripción de lo que debe ser un tutor: “Alguien que acompañe y promueva al alumno en su crecimiento en la vida universitaria, para llegar a ser un referente en su desarrollo, potenciando la comunicación con él para conocerlo, comprender su contexto y, así, poder informar y orientarlo adecuadamente”.

La contestación a la pregunta sobre el medio de i mplantar una tutoría de estas características tenía carácter de proceso, de camino por recorrer: el que media entre la tutoría y el mentoring. La idea, en consonancia con la definición inicial, era poner en marcha un proceso para que la acción tutorial incorporase enfoques y métodos propios del mentoring. De ahí nació el nombre del programa que se ha venido desarrollando: de la Tutoría al Mentoring.

De pilotar la nave en esta travesía se encargó el coach y director del Postgrado en Psicología y Coaching en el Deporte, Francisco-Solano Romero. Para Romero, la clave del mentoring es “desarrollar talento”, razón por la cual no importa quién enseña y quién aprende. Se parte de que “el alumno está lleno de capacidad y potencial”.

Tres años después, la UAO CEU se ha visto preparada para ofrecer a sus estudiantes de tercer y cuarto curso un acompañamiento desdoblado, en el que se diferencia la figura del tutor de la del mentor. Al tutor se le encomienda un asesoramiento fundamentalmente centrado en aspectos académicos y personales, mientras que el mentor complementa estos ámbitos con un trabajo centrado en el desarrollo de competencias profesionales e investigadoras.

El hecho de llegar a este punto ha sido el resultado de una transformación que incluía diversos objetivos: formación de los tutores y mentores, promoción de su talento, alineación con las expectativas de los alumnos y focalización de la acción tutorial a estimular el potencial de la persona. Objetivos que han determinado acciones: sesiones de formación para trabajar el diálogo con el alumno, la redacción de una guía del tutor y la elaboración de otra análoga para informar al alumno de lo que puede esperar de tutor y mentor. Desde la perspectiva del mentoring, la tutoría ha adquirido la dimensión integral que hoy se espera de ella.


El éxito está en sentirse universitario desde el primer día

Tener una actitud receptiva, aprovechar los contactos con los profesores y las lecturas recomendadas son algunas de las claves

El primer año en la universidad es, posiblemente, el capítulo más intenso de una etapa que deja huella. Y la emoción viene dada en gran medida por la novedad. Al final del Bachillerato, el Instituto ya es un territorio conocido y llegar a la universidad significa salir a campo abierto, lejos de la zona de confort. Diferentes métodos, distintas formas de evaluar o nuevos amigos, son algunos de los estímulos que aguardan en primer curso en el campus.

El primer paso para iniciar con éxito la primera experiencia universitaria es interpretar todos los cambios como incentivo. Hay que entender que se plantean nuevos desafíos y que, si se quiere sacar todo el jugo a la experiencia, se ha de estar dispuesto a dar un paso más allá de la línea que hasta la fecha marcaba el límite.

Y esta actitud de búsqueda debe comenzar en el plano de las relaciones personales. El modo de ser y de aprender universitario es más abierto, se expresa en el diálogo, en el contraste de emociones, pensamientos y convicciones con personas diversas. Por tanto, es fundamental una actitud receptiva y dispuesta a establecer contacto con el mayor número de compañeros posible. Algunos terminarán siendo amigos de por vida, otros, un recuerdo que se evocará con simpatía y, por qué no reconocerlo, también habrá quien no deje una huella demasiado duradera, pero todos pueden dar algo diferente. Parte crucial del crecimiento como universitario es aprovechar esa riqueza.

También hay que sacar el máximo partido del profesor. Asistir a clase desde el primer día, llevar al día la asignatura y no tener ningún problema en preguntar y poner en común las dudas. Algunas universidades ofrecen tutorías personalizadas, es el espacio ideal para profundizar o resolver cuestiones relacionadas con la materia. El tutor también es una figura clave en la orientación del alumno de cara a trazar su vocación profesional.

El universitario debe también establecer una relación especial y frecuente con las lecturas. Siempre hay que tener a mano algo que leer: manuales complementarios, ensayos, prensa e, incluso, género de ficción. Formarse de manera autónoma a través de la lectura es clave para desarrollar una visión amplia del mundo. No hay que limitarse a los estrechos márgenes de los apuntes.

Desde el primer curso, el estudiante es miembro de pleno derecho de la Facultad. Ésta pondrá a su alcance posibilidades de realización personal muy diversas: actividades culturales, voluntariado, deportes…Todo forma parte de la experiencia. Además, es recomendable tener presente la oportunidad de vivir una experiencia internacional mediante un programa de intercambio o de realizar prácticas profesionales. El éxito de la etapa universitaria no radica sólo en el título, sino en el crecimiento que se llegue alcanzar. Y se comienza desde el primer día.


Doce cualidades del publicista de la era digital

Ocupa un papel central en la estrategia de empresas y organizaciones

El mundo de la publicidad está ante una etapa fascinante y de cambios vertiginosos. La digitalización es el motor que los impulsa y acelera. Un dato basta para entender esta realidad: si actualmente la inversión publicitaria para móviles no supera el 20 %, se calcula que ésta alcanzará el 30 % en dos años, según datos del Advertising Expenditure Forecasts.

El entorno digital ha situado al publicista en un ecosistema en el que son viables ideas y proyectos que antes sólo podían existir en la imaginación. El profesional de este campo tiene ante sí un reto equiparable al de los pioneros: explorar todo el abanico de posibilidades semánticas y visuales que se abre ante él. Se lleva tiempo hablando de que la mejor acción de publicidad y comunicación es la que genera experiencia, pues bien, lo digital parece el mejor aliado para suscitarla. Es una época irrepetible para trabajar en Publicidad.

Por esta razón, el publicista ocupa un papel central en la estrategia de empresas y organizaciones. Un papel principal que requiere no sólo de conocimientos técnicos sino de unas cualidades personales muy específicas. Se resumen en estos doce puntos:

1. Un requisito fundamental es la perseverancia.

2. La valentía en este mundo es muy importante, hay que atreverse y no tener miedo de nada ni de nadie.

3. Ser organizado, la inspiración llega cuando llega, pero hay que seguir un método de trabajo.

4. Dedicar tiempo al portfolio, es lo que mejor habla de uno mismo. Se cuidadoso, es tu carta de presentación.

5. La perfección es difícil de conseguir, pero con esfuerzo y talento se puede quedar muy cerca de ella. No hay que rendirse.

6. Preguntar, preguntar por todo lo que se tenga dudas. Nadie nace sabiendo. Siempre habrá cosas que no se sepan hacer.

7. Darle vueltas a las cosas, la línea recta no siempre es el camino más adecuado.

8. Se debe saber escuchar al mercado y más que nada tener mucha paciencia, pues por medio de prueba y error en el que se llega a una campaña publicitaria exitosa.

9. Otra característica básica del publicitario es la de trabajar en equipo.

10. Hay que ser divertido, te surgirán mejores ideas.

11. Haz las cosas tú mismo siempre que puedas, ocúpate de que tu trabajo hable bien de tu trabajo.

12. Sueña, cree, crea y haz imaginar.


Las diez cualidades del maestro del siglo XXI

Deberá ser responsable, paciente, con entusiasmo por su trabajo, con interés por seguir ampliando su formación y con una preocupación por motivar a sus alumnos

Ser maestro es una de esas opciones que conectan con un modo de vida y, por tanto, apelan más intensamente a la vocación. Esto siempre ha sido así, pero actualmente las transformaciones derivadas de la revolución digital exigen aún más de la implicación y el liderazgo del maestro. Hoy se ve con más claridad que nunca que la escuela no sólo ha de ser transmisora de conocimientos sino formadora de la persona de forma integral. Por este motivo, del maestro se espera una forma de estar en el mundo, unas cualidades. Quien se vea reconocido en las diez siguientes, haría bien en considerar tomar el camino de la enseñanza:

1. Sentir interés por la enseñanza y tener curiosidad sobre las técnicas que se desarrollan en cada ciclo.

2. Aprendizaje y adaptación son dos de las partes más grandes de ser un buen maestro

3. Disfrutar o tener interés en ayudar a los alumnos en su desarrollo personal y social.

4. Tener aptitudes para la comunicación, la capacidad de interacción o la creatividad.

5. Ser capaz de liderar. Liderar a un grupo, ante un alumno, a una familia, en el proceso educativo se es referente y guía de formas muy diferentes.

6. Tener paciencia y ser observador. Necesario para ayudar a otra persona a alcanzar objetivos en el tiempo. La observación es necesaria para detectar problemas en el proceso o detectar los problemas que puedan tener los alumnos a nivel individual.

7. Disciplina. Para adquirir una virtud hay que ser capaz de realizar un hábito, a menudo siguiendo un mismo método y por medio de la repetición. Los profesores enseñan a adquirir hábitos a sus alumnos, por lo tanto deben ser capaces vivirlos y estar cómodos con estas dinámicas. El ejemplo en muchos casos es la mejor enseñanza.

8. Tener empatía y facilidad para comprender a las personas e identificar sus necesidades.

9. Tener interés por el conocimiento, por la cultura. Este amor por saber más es capaz de abrir mentes y abrir nuevas puertas al desarrollo de las personas.

10. Tener habilidad para saber relacionar conceptos con la vida cotidiana de los alumnos, ponerlos a su nivel de conocimiento para que las puedan asimilar.

Un buen maestro sabrá que tiene que ser responsable, paciente, con entusiasmo por su trabajo, con interés por seguir ampliando su formación, con una preocupación por motivar a sus alumnos, buscando siempre lo mejor para ellos y su futuro.


¿Qué quiero estudiar? ¿Dónde quiero llegar? ¿Cuál es mi universidad?

Tengo muchos grados en mente pero no sé qué hacer… Muchas son las preguntas que empiezan a crecer cuando tenemos que decidir nuestro futuro. Muy pronto elegimos nuestros caminos, pero hay muchas maneras de poder guiarnos en esta etapa, desde los servicios de orientación, nuestros familiares y amigos, jornadas de puertas abiertas y, sobretodo, preguntar e informarnos allí donde queramos ir.

La vida va más allá de los libros y los exámenes, va de aprender, crecer y, por encima de todo, disfrutar para poder llegar a tus objetivos. Es necesario que busques la razón que te motiva, la que te hacer ser tú.

Piensa más allá de las soluciones que se te ofrecen. Cuestiónate las cosas, sé inconformista y piensa que tus próximos pasos determinarán tu camino; decide cuáles quieres que sean. Utiliza los medios que tienes para mirar hacia nuevos horizontes y nuevas posibilidades que te hagan avanzar en tu camino. Incluso lo que puede parecer un obstáculo puede convertirse en aliado ante los momentos de adversidad.

Nadie ha dicho que sea un camino fácil, pero cuando haces aquello que te apasiona, siempre vale la pena; son los pasos previos y concretos de tu vida profesional. Que nadie te diga lo que puedes hacer y lo que no, solamente tú te puedes poner tus límites y sabes hasta donde eres capaz de llegar. Todos los caminos cuestan, pero con esfuerzo y dedicación podemos conseguirlo todo.

Escoger universidad o qué querer hacer en nuestro futuro más inmediato es una decisión i un momento muy importantes, nos puede poner nerviosos o hacer perder el sueño, pero estudiar lo que te gusta para poder dedicarte profesionalmente te hace vibrar, te motiva, te saca una sonrisa pensando en lo que vendrá después i en lo que puedes llegar a hacer. Éste es tu momento, el inicio de tu futuro. Como todo, la vida es una combinación de paciencia, tiempo, motivación, dedicación y saber disfrutar de los pequeños momentos.

Tienes que crecer como profesional, pero también tienes que hacerlo como persona. Durante tu etapa universitaria tienes que conversar, hacer amigos, explorar, reír, descubrir, aprender, investigar, divertirte y ser inconformista… Descubrir tu potencial y descubrirte a ti mismo. Tienes que vivir mil experiencias, pero sobretodo, disfrutar de aquello que has elegido hacer.

¿Cómo puedo saber dónde estudiar? ¿Qué puedo hacer si no sé qué estudiar? Hay mil maneras y mil consejos para responder a estas preguntas, pero una de las mejores respuestas es preguntar i verlo con tus propios ojos, visita las universidades, habla con los profesores, infórmate, pregunta y luego vuelve a preguntar.


Comprometerse con la igualdad a través de la educación

Si la sociedad actual provee estructuras que allanen el camino al desarrollo del talento se favorecerá la equidad de oportunidades

 

Durante estas semanas se ha hablado mucho de igualdad. Es un concepto que en los dos últimos siglos ha evolucionado mucho. La igualdad fue una de las banderas de las revoluciones liberales. Y, efectivamente, bajo ese impulso fueron cayendo las figuras que institucionalizaban un tratamiento desigual de las personas: estamentos, gremios… Era una igualdad formalista, a la medida de la burguesía dominante, que se centraba únicamente en remover distinciones jurídicas entre los hombres –las mujeres tardaron un siglo más en entrar en la ecuación- pero que le era indiferente si la igualdad formalmente proclamada tenía una traslación real a la vida social y económica de las personas.

Así pues, el reto de los movimientos sociales de finales del XIX y del XX fue traducir en igualdad material el ideal que formalmente se había proclamado. Es una lógica que se manifiesta todavía en muchos campos. De hecho, la causa actual de la mujer discurre por ese mismo camino: el que lleva de la igualdad formal a la material, del ideal a la realidad, de las musas al teatro.

Al final, de lo que estamos hablando es de articular una sociedad en la que haya una efectiva igualdad de oportunidades, y esto, a largo plazo, sólo puede obtenerse si existe un compromiso firme con la educación. El mayor capital de una persona es su talento, sólo si la sociedad provee estructuras que allanen el camino a su desarrollo nos estaremos acercando a la igualdad real.

Para esto se necesita el compromiso de todos los actores sociales: públicos y privados. Es habitual señalar al sector público como el único responsable de sostener la acción social, algo que, por un lado, supone una carga demasiado exigente y, por otro, implica también la exclusión de agentes de la sociedad civil con gran potencial.

En el campo educativo, la implicación de instituciones privadas a la causa de la igualdad es fundamental, ya que su participación ayuda a introducir un factor de pluralidad en el sistema. Esto es algo que en sociedades como la estadounidense tienen muy interiorizado, a través de figuras como el mecenazgo. En España, aunque esta mentalidad filantrópica dista de estar plenamente arraigada en las instituciones privadas, sí hay ejemplos que, desde hace tiempo, están marcando el rumbo.

Uno de estos faros de compromiso con la educación lo proporciona el grupo educativo CEU, en el que se integran diez colegios y tres universidades, y que desde hace años es la institución privada que más fondos destina a ayudas al estudio. Entre ellas se encuentran las becas delCEU Merit Program, que desde su creación no han parado de crecer en número. Las becas se conceden sobre el coste del curso de un grado universitario en función del talento y esfuerzo demostrado en el Bachillerato o en alguno de los ciclos que dan acceso a la universidad. La idea es evitar que el estudiante con buenos resultados deje de cursar el grado que ha elegido por motivos económicos. En el caso concreto de la Universitat Abat Oliba, este año se ofrecen 66 becas -13 de ellas, internacionales- a las que se puede presentar candidatura hasta el 4 de junio.


Deporte y aprendizaje: mens sana… ¿en cerebro sano?

El ejercicio físico afecta positivamente en la salud y mejora la adquisición de la enseñanza

Al parecer aquella sabia exhortación del poeta romano Juvenal que nos recomendaba orar para tener una mente sana en un cuerpo sano, es ahora empíricamente confirmada por las actuales investigaciones en neuroeducación. En efecto, esforzarse en nutrir la inteligencia con un amplio conocimiento que permita comprender la realidad y el mundo en el que vivimos, no se agota en el solo ejercicio mental y científico, también tiene especial vinculación con el ordenado cuidado del propio cuerpo.

Todos sabemos que la práctica deportiva y el ejercicio físico redundan positivamente en nuestra salud, ya que mejoran el sistema cardiovascular y el inmunitario, reducen la obesidad, regulan los niveles de azúcar y fortalecen los huesos. Además, la asidua actividad física mejora el estado de ánimo, haciendo que nos sintamos mejor, menos estresados y más motivados a la hora de hacer cosas.

Lo que no todos sabíamos es que el ejercicio físico y la práctica deportiva también mejoran la adquisición de aprendizajes. Así nos lo explica Jesús Guillén en uno de los capítulos del libro Neuromitos en educación (Plataforma Editorial, 2015). Nos explica Guillén que la actividad física genera unos neurotransmisores, como la serotonina, la noradrenalina y la dopamina, que mejoran el estado de alerta, la atención y la motivación, factores estos fundamentales para que se produzca el aprendizaje. Según estudios realizados en este campo de la neurociencia, la actividad física resulta sumamente importante ya que fortalece las conexiones neuronales, mejorando nuestra capacidad de aprender; genera nuevas neuronas en el hipocampo, en cualquier momento de la vida; y aumenta la vascularidad cerebral, mejorando el funcionamiento del cerebro.

En el ámbito educativo, estos descubrimientos, han venido a reafirmar la necesidad de mantener y reforzar la cantidad de horas dedicadas a la educación física con la finalidad de disponer el cuerpo para mejorar la mente. Junto con ello, se ha replanteado también la importancia de los descansos y de la actividad al aire libre que favorezcan la actividad física voluntaria. Un simple paseo por un entorno natural, nos dice Guillén, permite segregar una serie de neurotransmisores que recargarán de energía circuitos cerebrales que intervienen en la atención y la memoria y que se saturan como consecuencia de la actividad escolar continuada.

En resumidas cuentas, la neurociencia nos vuelve a poner frente a esa admirable unidad de cuerpo y espíritu que es el ser humano. La formación del maestro no puede desconocer los beneficios que pueden obtenerse del cuidado del cuerpo, así como tampoco puede olvidar que en la educación física también se juega la formación humana.

Dr. Luis Mariano Bártoli es director de estudios del área de Educación


El conocimiento creativo conduce al emprendimiento y el liderazgo

Es necesario incorporar metodologías de trabajo que fomenten el pensamiento crítico, la creatividad, la resolución de problemas, la toma de decisiones o el trabajo en equipoEs necesario incorporar metodologías de trabajo que fomenten el pensamiento crítico, la creatividad, la resolución de problemas, la toma de decisiones o el trabajo en equipo

Vivimos una revolución. Hay que hacerse a la idea, no asistimos a unas décadas cualesquiera, sino que estamos ante el comienzo de una nueva era que llega de la mano de la digitalización. Y como toda revolución, la transformación digital estira las costuras de lo precedente para dar lugar a nuevas formas adaptadas al signo de los tiempos. Allá donde pongamos la mirada con detenimiento, asistiremos al mismo fenómeno.

La escuela no es una excepción. El conocimiento sigue siendo la llave del progreso y el desarrollo personal, pero ahora la clave no está tanto en poseerlo sino en saber aplicarlo. En sociedades más estáticas, la sola adquisición de unos saberes ya era un valor en sí mismo. La información era valiosa sólo por el hecho de tenerla. Hoy esto no basta y, de hecho, no es lo verdaderamente importante. En un contexto en el que la información y los conocimientos están disponibles, la educación pasa necesariamente porque la persona sea capaz de procesarla y emplearla creativamente según sus necesidades.

Como afirma la profesora del colegio Abat Oliba Spínola, Agustina Lacarte, “debemos preparar a nuestros alumnos para un futuro incierto. Razón por la que es necesario incorporar metodologías de trabajo que fomenten la comunicación, el pensamiento crítico, la creatividad, la resolución de problemas, la toma de decisiones o el trabajo en equipo”. No sabemos, como sucedía hace unas décadas, qué conocimientos necesitará el estudiante en el futuro para desenvolverse, pero sí que su capacidad para adaptarse al cambio y utilizar creativamente los recursos a su alcance marcará la diferencia.

Efectivamente, la transversalidad, la iniciativa creativa y la capacidad de comunicar y trabajar en equipo son ya las cualidades que generan mayor valor añadido en el terreno profesional. Todo ello se manifiesta en un modelo de liderazgo mucho menos jerárquico, más participativo, en el que todo el mundo debe estar preparado para tomar decisiones y comprometerse con ellas. En el liderazgo, el emprendimiento y el crecimiento personal se materializan las competencias transversales a las que antes se ha hecho referencia.

Liderazgo, comunicación y crecimiento personal ofrecen un eje triple que escuelas y colegios deben tener presente, puesto que sobre ellos discurrirá un desarrollo profesional coherente con las aspiraciones vitales. Por esta razón, la Universitat Abat Oliba CEU ofrece a los estudiantes de Bachillerato el Programa de Emprendimiento y Liderazgo. Un ámbito para trabajar, desde distintos ángulos y de la mano de personas que son referentes en sus respectivos campos, las competencias que permiten integrar el conocimiento para emplearlo de forma adaptada y creativa.


Aprobar la asignatura pendiente de la educación emocional

El contexto social reclama que el desarrollo de la inteligencia emocional se sitúe como eje básico de la formación de niños y jóvenes.

Desde hace tiempo, la doctrina pedagógica advierte de la necesidad de que la escuela conceda a la educación emocional la misma importancia que otorga a los aspectos estrictamente cognitivos. La lógica del mundo presente, en el que la interrelación, la adaptabilidad o la comprensión de la complejidad cultural son valores aún más cotizados que el conocimiento técnico o académico, agudiza la necesidad de implantar la educación emocional como prioridad del sistema educativo.

Así que la educación emocional, o la inteligencia emocional, es un tema que irrumpe a poco que se bucee en el debate educativo actual. Al interrogarnos por la cuestión, hay que tener en cuenta que la educación emocional es una cuestión de “orientar la mirada”. Como explica el profesor de Filosofía y Educación emocional y colaborador del Ateneu de l’Alliançe française de Sabadell, Josep Soler, no se trata únicamente identificar “las emociones, sino la idea que hay en ellas. Cuando alguien siente miedo, rabia, indignación, alegría o entusiasmo, tiene que comprender qué idea se manifiesta. Por ejemplo, en la indignación encontramos la idea de justicia”.

Tan importante como tener claro el concepto de educación emocional es saber reconocerla en el alumno. Un ámbito privilegiado para evaluar su buen desarrollo emocional es el trato con los compañeros. Es clave observar “si tiene una buena empatía, es respetuoso, alegre y lo expresa, además de con la palabra, con el gesto y con un talante afable y conciliador”, observa el vicepresidente de la Fundación Joviat y director pedagógico de la Escola Joviat, Jordi Vilaseca. Como facetas a las que el maestro ha de estar atento, este educador también destaca la capacidad de reconocer y expresar el estado de ánimo, de poner palabras a los sentimientos, la forma de resolver los conflictos, las habilidades sociales que se emplean para encontrar el equilibrio o la coherencia entre el comportamiento en la escuela y en la familia. La potenciación de la autonomía del niño contribuirá al despliegue de estas facetas. “Hay que ayudar al alumno a expresar sus necesidades y empoderarlo”.

Hoy, más necesaria que nunca

Una atención sistemática a la educación emocional habría sido básica en cualquier período precedente, pero lo cierto es que hoy la necesidad de priorizarla se ha acentuado. “Es más necesaria por el ambiente en el que crecen los chicos. Hay una frase que resume el espíritu de nuestro tiempo: ‘lo que pasa en tal sitio se queda en tal sitio’. Es como decir ‘lo que pasa cuando estoy enfadado se queda ahí’ y no me lo puedes criticar ahora que ya no lo estoy. Pues no, lo que haces enfadado también tiene consecuencias que no desaparecen cuando dejas de estarlo”, observa Josep Soler. Por este motivo, “una de las tareas más importantes que tenemos es educar las emociones para construir la persona que queremos ser”

Si hablamos de las urgencias propias de nuestro tiempo, la digitalización es un factor que ineludiblemente ha de ser evaluado, dado su impacto social y cultural. Como explica la maestra especializada en educación emocional, Anna Carpena, desde el punto de vista de la educación emocional, el entorno digital ofrece una doble cara. “Puede ser motivador de aprendizajes, pero también crear adicciones, es decir, su uso incentiva emociones positivas y también estresantes, como la ansiedad”. En este sentido, se revela esencial “la competencia emocional de la familia” para gestionar. “Sin duda, las emociones acompañan a las decisiones de poner, o no, límites al uso del entorno digital”.

La preparación del maestro

El contexto social reclama que el desarrollo de la inteligencia emocional se sitúe como eje básico de la formación de niños y jóvenes ¿Pero está nuestro sistema educativo a la altura de este reto? El desarrollo de la educación emocional “no está generalizado ni sistematizado” en nuestra enseñanza. Carpena, que es miembro del comité científico y asesor del Congreso Internacional de Inteligencia Emocional y Bienestar, apunta también a la falta de preparación del profesorado en esta materia. “Estar formado en inteligencia emocional quiere decir haber hecho un trabajo de autoconocimiento y autogestión, lo que implica mantener un proceso de trabajo personal permanentemente”. Si el maestro no puede ofrecer este punto de partida, “se harán actividades que no profundizarán en la consecución de objetivos claros”.

Disponer de una base de fundamentos psicológicos es esencial para que el maestro pueda afrontar significativamente la educación emocional. Es necesario conocer “las necesidades psicológicas de cada etapa vital para poder acompañar y guiar con criterio y coherencia”, apunta Jordi Vilaseca, que destaca la utilidad de modelos como el enfoque emocional de la Pedagogía sistémica.

Difícilmente se puede hablar de un proyecto de educación emocional integral si no se contempla el conjunto de actores: sistema educativo, familia, profesor y, por supuesto, escuela. ¿Cómo hacer que todo el centro participe de un enfoque coherente en este plano? “Nosotros trabajamos la educación emocional tanto en el profesorado, a través de formación continua, talleres, etcétera, como con todos los alumnos”. Mireia Trias, directora de la Escola Nostra Senyora de Lurdes (Barcelona) detalla que “a través de la interiorización, cada mañana hay un tiempo de silencio y relajación que permite al niño centrarse, armonizarse, conectar con sí mismo y descubrir el espacio interior intuitivo y misterioso que hay en él”. La acción tutorial y el ámbito de la convivencia también son importantes, como herramientas fundamentales en el desarrollo de la dimensión social de nuestros alumnos”, añade esta maestra y pedagoga.

Mireia Trias, junto a Anna Carpena, Josep Soler y Jordi Vilaseca, compondrá el plantel de ponentes de la próxima edición monográfica de Education Talks, que se celebrará el 1 de diciembre y se dedicará al tema de la Educación Emocional. Education Talks es una plataforma por la innovación educativa impulsada por la Universitat Abat Oliba CEU. Dentro de #EDUCATIONTalks se organizan encuentros amplios sobre innovación educativa, en los que tienen cabida todo tipo de perspectivas novedosas, y paneles monográficos sobre una cuestión de actualidad en el mundo de la educación. En formatos monográficos anteriores se trató la creatividad en el aula y el aprendizaje basado en proyectos.


El maestro se forja en la escuela

Habilidad para comunicar, capacidad de interacción, creatividad, liderazgo, disposición para la escucha, observación, empatía o asertividad, éstas son algunas de las cualidades que se necesitan hoy para el desempeño de la que, probablemente, es la profesión más importante del mundo: la de maestro.

La enumeración hace referencia a competencias transversales no estricta o exclusivamente vinculadas con un contenido teórico concreto, sino conhabilidades que se expresan en su puesta en práctica. Y como tales, es en la vida en el aula donde pueden aprenderse, desplegarse y pulirse. Si en cualquier oficio el conocimiento del medio es fundamental para ser un trabajador competente, ésta exigencia se acentúa en el caso de la enseñanza en niveles de infantil o primaria. El trato con el niño plantea una diversidad de retos y situaciones que sólo la experiencia enseña a afrontar.

Por los motivos expuestos, la formación del maestro se debe hacer de cara a la realidad de las escuelas, y no de espaldas a ellas. Los fundamentos teóricos de los grados de educación se agotan en sí mismos si no tienen continuidad en la vivencia del hecho educativo. Y más, si cabe, en una escuela como la del siglo XXI, en la que, en lugar de la transmisión de un compendio tasado de conocimientos, se espera que el educador estimule aspectos como la creatividad, la adaptación al cambio, el espíritu crítico o la capacidad de relacionar conceptos.

El maestro debe experimentar durante sus años de formación una inmersión en la escuela, formar parte de ella, conocer sus dinámicas, sus secretos intangibles. Esto es lo que, desde el año pasado, se ha propuesto la Universitat Abat Oliba CEU con la puesta en marcha del Plan de Inmersión Escolar (PIE).

El PIE forma parte esencial de los grados de Educación Infantil Educación Primaria de esta universidad. Este programa permite a los estudiantes la observación de clases reales, la asistencia a juntas de evaluación y planificación, los encuentros con maestros con experiencia para hablar de sus motivaciones y desafíos o la colaboración en iniciativas culturales que se desarrollen en el contexto escolar.

Un atractivo especial del PIE es que los estudiantes pueden comprobar sobre el terreno cómo sus profesores trasladan al aula de la escuela los conceptos que transmiten en las clases de la universidad. Es una ventaja que se deriva de que la UAO CEU pertenezca al mismo grupo educativo que los colegios Loreto Abat Oliba y Cardenal Spínola Abat Oliba (ambos de Barcelona). Una circunstancia que permite que el tránsito del aula de la universidad al de la escuela sea constante y fluido durante toda la carrera.