Estigmas cinematográficos sobre los trastornos mentales
El cine, como una de las formas de arte y entretenimiento más influyentes, ha tenido un impacto profundo en la manera en que la sociedad percibe los trastornos mentales. Durante décadas, los personajes con problemas de salud mental han sido retratados como individuos peligrosos o villanos, lo que ha reforzado estigmas perjudiciales sobre estas condiciones. A medida que la cultura y los estudios médicos han avanzado, también ha cambiado la forma en que se representan en pantalla.
¿Es el cine un medio para crear imaginarios irreales y poco inclusivos? ¿Cómo han estigmatizado ciertos trastornos mentales asociándoles con la marca personal de psicópatas de películas y series?
Desde los inicios del cine, los trastornos mentales han sido representados de maneras muy variadas. En las primeras décadas del s. XX, la falta de conocimiento y comprensión sobre estos trastornos, junto con la necesidad de crear personajes dramáticos, llevó a la creación de arquetipos de locura. Los personajes que sufrían trastornos mentales eran frecuentemente peligrosos, inestables o, en el mejor de los casos, cómicamente excéntricos.
Con el tiempo, el desarrollo de la psiquiatría influyó en la manera en que estos personajes eran escritos y representados. Sin embargo, a menudo se seguía utilizando el «miedo a lo desconocido» para hacer que los personajes con trastornos mentales resultaran aterradores.
A lo largo de la historia del cine, los villanos han sido frecuentemente representados como personas con algún tipo de trastorno mental, lo que ha llevado a la creación de una narrativa que vincula injustamente estas condiciones con la maldad. Personajes icónicos como Norman Bates en Psicosis (1960) o el Joker en The Dark Knight (2008) ejemplifican cómo el cine ha utilizado el trastorno mental como un catalizador para crear figuras antagónicas.
Este patrón se agrava cuando personajes con trastornos de personalidad narcisista (TPN), como señala el estudio de Vidal-Mestre, Freire-Sánchez y Lavandeira-Amenedo, son representados de manera extrema, retratándolos como una fuente de maldad pura. Ejemplos como Patrick Bateman en American Psycho (2000) asocian el narcisismo con comportamientos violentos y destructivos.
A diferencia de los villanos , los antihéroes con trastorno de estrés postraumático (TEPT) han sido retratados de manera más matizada en los últimos años. El TEPT es una condición que afecta a personas que han experimentado eventos traumáticos, como la guerra, accidentes o violencia extrema. En el cine, personajes como Tony Stark en Iron Man 3 o Wolverine en Logan muestran cómo el trauma puede transformar a un héroe en alguien complejo, un antihéroe, que lucha tanto contra sus enemigos como contra sus propios demonios internos.
¿Qué géneros han influido más?
El cine de terror, thriller y ciencia ficción ha sido históricamente uno de los géneros que más ha contribuido al estigma de los trastornos mentales. En muchos casos, los trastornos se utilizan como una herramienta para crear tensión y miedo. Películas como Psicosis (1960) y El Resplandor (1980) asocian la esquizofrenia con comportamientos violentos, reforzando la idea de que estas personas son peligrosas.
Estos géneros a menudo presentan personajes cuyos trastornos mentales no son explicadaos ni tratados con sensibilidad, sino que se usan como dispositivos narrativos para generar horror. Esta práctica ha contribuido a la desinformación, creando una imagen errónea que afecta directamente a cómo el público percibe a las personas que viven con estas condiciones.
Asimismo, la representación de la psiquiatría en el cine ha sido, en muchos casos, negativa o distorsionada. Desde las primeras películas de terror, los hospitales psiquiátricos han sido retratados como lugares oscuros y peligrosos, mientras que los profesionales de la salud mental se veían como figuras amenazantes o incapaces. Este tipo de representaciones pueden encontrarse en películas como Alguien Voló sobre el Nido del Cuco (1975), donde la figura de la enfermera Ratched simboliza el abuso de poder en instituciones mentales.
¿Qué pasa con la Publicidad?
La publicidad y el cine se retroalimentan y comparten imaginarios. Además, estudios sobre el impacto de la publicidad en la representación de los trastornos mentales indican que las imágenes violentas y descontextualizadas de estos personajes han perpetuado estigmas en la vida real, influenciando incluso campañas mediáticas y la cobertura de noticias sobre salud mental.
Este es uno de los temas que se debaten en la asignatura de Cine, Narrativa y Cultura Audiovisual del Grado en Publicidad y RRPP de la UAO CEU.
Fuente:
Vidal-Mestre, M., Freire-Sánchez, A., & Lavandeira-Amenedo, Y. (2024). Antihéroes que sufren trauma por estrés postraumático y villanos con trastorno de personalidad narcisista: el cisma de los problemas de salud mental en el cine. Revista De Medicina Y Cine, 20(1), 73–85. https://doi.org/10.14201/rmc.31450