El pasado mes de abril, los alumnos y alumnas de primer curso de Educación recibimos la visita del profesor Lluís Ignasi Bonastre, apodado “Bonas”, quien nos explicó su experiencia como maestro y educador.
Fue un seminario de dos horas que se nos pasaron extremadamente rápido de lo bien que estuvo. Bonas nos dio su testimonio como profesor en un colegio y era tal el entusiasmo que llevaba dentro que nos lo supo transmitir a todos y salimos de aquella clase con muchas ganas de ejercer pronto la profesión a la que hemos sido llamados.
Fue una clase muy dinámica en la que se consiguió un clima de atención, participación activa y relación directa entre alumno y profesor en tan solo una sesión. Pero ¿qué es lo que dijo que tanto nos animó a continuar con lo que estábamos haciendo y que hizo crecer ese deseo que todos tenemos de enseñar?
Primero nos hizo una presentación al revés ya que se interesó por nosotros primero antes que hablar de él y contarnos quien era. Nos hizo escribir en un “post-it” nuestro nombre, en otro nuestra ciudad y en otro nuestro hobby preferido que luego tuvimos que pegar en tres partes distintas de la clase. En realidad sí que se presentó pero no contándonos nada de él sino hablando de sí con su forma de ser. Mientras escribíamos lo que nos había pedido se fue paseando por la clase. Parecía un paseo sin más para resolver dudas pero estuvo vigilando portátiles y móviles y se aseguró que todos estuvieran escuchándole.
Luego nos preguntó qué cualidades pensábamos que debía tener un maestro y también nos lo hizo escribir. Nos contó una anécdota personal relacionada con el tema y nos fue preguntando qué pensábamos. Cuando hablábamos nosotros siempre hacía callar a los demás pidiendo respeto a los compañeros cosa que no hizo cuando él hablaba.
Nos habló también de las competencias que debía tener un profesor, que uno tenía que tener un propósito en la vida y que era necesaria la madurez. Nos explicó también lo territorios de la comunicación y trucos para hablar y que te escuchen dándonos alguna técnica de este ámbito.
Fueron muchas cosas las que dijo y muchas buenas ideas las que nos dio para ejercer como maestros no de cualquier manera sino de la mejor, pero sobre todo más que palabras, era su persona la que hablaba. Su modo de mirar, de escuchar, de preguntar, de explicar decían mucho más que el contenido que estaba explicando. Tenía una energía increíble, un entusiasmo, una alegría, un sentido del humor, una fuerza que salía de dentro que llegó a todos sin problema y supo transmitir el mensaje que tenía sin problemas y sin encontrar barreras ya que su convicción al hablar las derribó todas consiguiendo claramente su objetivo o más bien superándolo, ya que al principio de la sesión nos dijo que teníamos dos responsabilidades ese día: “Primero aprender alguna cosa útil e interesante de la sesión y segundo asegurarnos de que cada persona de la sesión aprendiera”.
Y creo que puedo afirmar sin equivocarme, que todos aprendimos mucho más que una cosa en esa breve sesión y salimos con muchas ganas de ejercer pronto nuestra profesión y prepararnos ya desde ahora para el gran día.
Montserrat Batlle, alumna de 1er. Curso grado en Educación