La aceleración digital de las empresas demanda formación

La utilización intensiva de las tecnologías digitales es necesaria para confrontar los retos de una situación nueva como la generada por el impacto del Covid-19 en la economía y en la vida de los ciudadanos.

Empresas y organizaciones de todo tipo se vieron forzadas a experimentar soluciones de trabajo, propias de un entorno creativo, en el que se han desarrollado muchas posibilidades para trabajar de forma distinta, partes significativas de la cadena de valor, desde las operaciones y logística a la comunicación o las relaciones financieras.

La situación actual (septiembre 2020) estará con nosotros durante algún tiempo, hasta que el progreso en investigación aplicada encuentre soluciones médicas.

Destaquemos dos de los aspectos en los que las empresas deberán centrar esfuerzos y recursos: la relación con todos los stakeholders y el conocimiento aplicado.

Las soluciones digitales, las plataformas facilitadoras de contacto deberán utilizarse con la empatía como vector clave.

Ponerse en el lugar del otro, del cliente, del empleado, del accionista, es decir, de la sociedad, aunque sea a través de la tecnología.

Las soluciones tecnológicas se deben aplicar con la empatía como premisa, algo en lo que siempre insiste el actual CEO de Microsoft, Satya Nadella y de esta forma obtener avances sin perder niveles de bienestar social.

Por otro lado, la aplicación de la tecnología plantea problemas de cara al futuro, por causa de la necesaria formación de la población de todas las edades, profesiones y circunstancias.

Josep Oliver, profesor de Economía Aplicada, destacaba esta situación en una columna periodística reciente y nos recordaba las ideas de Carl B. Frey en su texto The technology trap: “para que una revolución técnica tenga éxito, precisa de protección pública: junto a los ganadores, genera perdedores que lógicamente intentan frenarla. Pero sea cual sea el ritmo de su progresión, aquí está y deberemos, como con la globalización, hacerle frente” (Oliver, 2020, p. 3).

En este sentido la educación se convierte en tarea todavía más urgente, sin exagerar, hoy ya debemos hablar de emergencia educativa, en la que confluyan esfuerzos de todo tipo de instituciones privadas, públicas, o proyectos mixtos y se ofrezcan programas en diferentes formatos, adaptados a la realidad, en especial de las empresas.

Ello incluye, naturalmente, la formación universitaria centrada en la sociedad, en las nuevas necesidades de las empresas y no tanto en parámetros basados solamente en métricas académicas.

De no darse una respuesta, serán otras organizaciones las que formarán a los futuros profesionales, tal como pueden hacer las propias empresas tecnológicas.

La formación, en todas sus áreas es una condición necesaria para afrontar los nuevos retos. Conviene una formación a lo largo de toda la vida, “lifelong learning”, en la que se enseñe y refuerce siempre la actitud creativa e innovadora (Cszikszentmihalyi, 2007).

La economía española necesita un esfuerzo rápido y extraordinario en educación, tiene que ver con la viabilidad de las empresas, de las profesiones y de los proyectos vitales de varias generaciones.

Las universidades, las business schools, los centros educativos, pueden aportar la formación que las personas y las empresas precisan. Seguramente se trata de una de las cuestiones más  urgentes del momento.

 

 

Referencias:

Csikszentmihalyi, M. (2007) Creativity. New York. HarperCollins Publishers

Frey, C. (2019) The technology trap. Capital, Labor and Power in the Age of Automation. Princeton. Princeton University Press

Oliver, J. (2020) Horizonte 2030: Más allá de la Covid. Barcelona. Dinero. Suplemento económico de La Vanguardia.

 

 

 

 

Septiembre de 2020

 

 Universitat Abat Oliba CEU

Departamento de Empresa y Economía

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